En octubre llegará al país la cuarta generación del compacto de la marca alemana; más grande y confortable, suma ahora asistentes y controles de avanzada
El Clase A, el caballito de batalla con el que la marca busca seducir a los nuevos consumidores había lanzado la tercera generación en 2012 con una actualización en 2016. Hoy, seis años más tarde, se anima con un auto con cambios en su aspecto exterior: la parrilla frontal es nueva, y los faros más finos y angulosos. Además, se recortaron los voladizos, y la distancia entre ejes es 30 mm mayor que en la tercera generación, lo que permite lograr mayor espacio y confort en su interior.
En octubre el nuevo Clase A llegará a la Argentina en tres versiones: A 200 (Style y Progressive) y A 250 (AMG Line), con 224 CV. El A 200 tiene un motor desarrollado junto a Renault. Se trata del K9K, que se ensambla en Valladolid. Tiene 4 cilindros y 1332 cc. con sobrealimentación por turbo e inyección directa de combustible a alta presión, además de desconexión de cilindros. Puede asociarse con una caja de velocidades manual de 6 marchas y también con una automática del tipo de doble embrague y 7 velocidades 7G-DCT. Entre sus datos de rendimiento logra una potencia 163 CV a 5500 rpm y un par de 250 Nm (25,5 kgm) a 1620 vueltas. Es un auto que alcanza una velocidad máxima de 225 km/h y tarde de 0 a 100 km/h solo 8 segundos. El consumo promedio es de 5,2 L/100 km.
La verdadera evolución de esta generación se siente al conducirlo. Es un vehículo más maduro en todos sus aspectos: diseño, dinámica, tecnología. El mejoramiento de los valores NHV, que miden el sonido y las vibraciones, logran una sensación de suavidad al manejarlo no percibida en otros modelos de esta categoría. En las calles angostas también exhibe una mejora desde la visibilidad perimetral gracias a la utilización de pilares más delgados. Es un auto más silencioso, con mejor confort de suspensión y ágil en las curvas.
El tablero es uno de los mayores aciertos. Tiene dos pantallas horizontales tipo tablet: una de instrumentos y la otra de consola central. Ambas están inspiradas en la última generación del Mercedes Clase S. La curiosidad es que se proyectan también sobre el parabrisas y, por primera vez, los comandos se pueden manejar desde la pantalla táctil, el volante y por medio de un touchpad entre los asientos.
Otro punto a favor es el avance tecnológico. Tiene un sistema de conducción semiautónoma que adapta la velocidad de marcha a la máxima indicada por las señales. Gracias al asistente activo de distancia para el control de crucero, se adapta a la velocidad del resto de los vehículos cuando la cámara frontal los detecta. Este sistema además logra que el auto se adapte a la velocidad permitida por la calle que transitamos de forma autónoma y también interpreta las señales de tránsito y puede adecuarse a zonas de curvas y rotondas. También posee el asiente de mantenimiento de carril – sistema similar al que Mercedes-Benz ya utiliza en el Clase E- , que maneja la dirección
de forma autónoma aunque siempre es necesario mantener las manos en el volante. Además, posee el detector activo de cambio de carril, que se pone en funcionamiento cuando se circula entre 80 y 180 km/h.
En síntesis, la cuarta generación supera ampliamente a las ediciones anteriores
Fuete: LN