El Citroën 2CV ha alcanzado hoy un estatus de culto y es uno de los autos más emblemático de la marca
El 27 de julio de 1990, el último Citroën 2 CV salió de las líneas de montaje de la fábrica de Mangualde, al norte de Portugal. Ya no está a la venta, pero su encanto, carisma y carácter único han hecho que siga muy presente un cuarto de siglo después, tras 41 años de vida comercial y más de 5 millones de unidades vendidas en todo el mundo.
El Citroën 2 CV está muy vivo. Se puede ver en cada concentración de coleccionistas del modelo y en la cultura popular. Aparece en videojuegos llenos de adrenalina, como los de la serie ‘Gran Turismo’ y en películas, en las que simboliza una cierta idea de Francia o una vida bohemia, como en ‘Cars 2’ o ‘Destino Final’.
La idea del Citroën 2 CV surgió en 1935, cuando Pierre Jules Boulanger, entonces jefe de Estudios de la marca, tuvo la idea de crear un vehículo que sirviera para que los campesinos franceses se motorizasen. Su lista de condiciones era clara: debía ser capaz de transportar un cesto de huevos por un campo sembrado sin que se rompiera ninguno, además de 50 kg de mercancías. Y debía ser fácil de conducir por alguien sin experiencia al volante, tener bajos costes de mantenimiento y consumir, como máximo, 3 l/100 km. Por supuesto, pese a su vocación agrícola, debía equipar la joya de la corona de la marca: la tracción delantera.
Citroën no reparó en medios para desarrollar el modelo. Se pensaron y probaron toda clase de innovaciones tecnológicas y de diseño. Así, se ensayaron brazos de suspensión de magnesio, puertas circulares, faros inspirados en las luciérnagas. El aligeramiento se convirtió en una obsesión: el techo era de lona, las ventanillas de mica y la carrocería de aluminio ondulado.
Citroën 2 CV, marcó una época y sigue dejando su impronta.
Fuente: ABC